jueves, octubre 25, 2007

Recuerdo

A veces siento a las montañas moverse tras de mi, con sigilosa habilidad.
Son esas veces en las que el mundo no enciende, o no logro encenderlo.

Son los días de laureles secos, de tus presunciones, y mis parautoestimas. De la imposibilidad de convertir la madrugada, de proverbiar una caricia, de desestipular la melancolía perenne.


Cuando tu mano era repetición pseudocasual, trataba de construir el cariño en el cariño, la sensual estridencia.
Esos días fueron caravanas, latiendo y transcurriendo, convirtiéndose en recuerdo.


Ahora a veces siento a las montañas moverse tras de mi, con peligrosa habilidad.

Son estas veces en que la saliva es espesa, casi de cal.

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