martes, octubre 27, 2009

Soliloquio fugaz

Subida y el metro hacia abajo.
Detrás de los vidrios, negro
absorviendo los tajos del centro.

Cuando las reglas fueron marcas
límites y manos rojas.
El niñito lloraba, y ahora no siente ni habla.

Ropa vieja, vieja moda,
viejos trucos de arrabal,
todo quieto en un lugar.

Si no hay óxido, sómos frágiles
cómo esas nubes que vuelan en las tormentas.

Rojas y ojos de insecto
allá hay una plaza y un carbón
que se esfuman con la primavera.


Voy a contar la nada y la huida.