miércoles, noviembre 12, 2008

Todo lo que nunca más se pensó

La propagación de la carne en el cuarto cerrado es la sangre que se secó antes de ser lavada.
Cuando la niña espía el secreto de la primavera y se hace el amor.

¿Quién florece para quién? ¿Para quién sangra? En pedregales, cómo pastos de baldíos, volvemos en interferencias non-sense.

En porciones de infinito.

Y gritamos por gritar lo indecible aunque ella no lo perciba porque se está fugando a contrasol.

Creciendo cómo los pastos en la inocencia de su destino.
Buscando desexistir en el gesto que la estimula,
en el agua de la escisión.

Que es respiración abriendo lo que fue tesoro.

Cómo el primer haz que espió y tembló, primaveral.
Y que hoy se acuclilla a apenas alumbrar un páramo.


Su niñez agostada en el cero de un vacío.

lunes, noviembre 10, 2008

Desierto (seis menos veinticinco)

Ave dura del ser
va a buscar la luz al desierto.

Y una vez allí
va a dar su baba a los cuerpos.

Nadie conoce con exactitud la región

en donde ella convierte su incendio en lirismo ausente.

sábado, julio 26, 2008

El hilo debajo de la puerta visto desde la cama

¿Cuánto hace que no te despertás con medias y enlozada?
Hoy que te seguís garrapiñando en un rincón de la novela.

Y las noches se encalan hasta la fiebre. Aunque te veas en tu propia sombra envejecida y extraña.

Siempre odiarás a la gente que te recuerda a vos.


lunes, julio 07, 2008

Seguir parado junto al incendio

El tiempo deforma sólo ignominias sin hambre.
Si caminas el vecindario con tu puñal en su cartuchera. Por si algo se digna a ser defendido.

Y en la noche, en las copas y en los icebergs que giran. Cómo giran sus cabezas.
Cejar en la apuesta se vuelve imposible.
Dormir sin callar, sin cerrarla ni invitarla.
Eso es cosa de ningún tiempo para tipos cómo vos, o para los asiduos compradores de lucidez.

Nadie más que quién no comprenda lo eterno,
podrá en este momento leer estas palabras y no sentirlas cómo si fueran el eco de una verdad.

Y mañana volverá a ser un Dios, y creerá que tiene todos los gramos del tiempo.

miércoles, julio 02, 2008

Los niños que hacíamos llover

Desnudos, firmamos la idea de la libertad,
cómo corrían los niños que fuimos
y se abrazaban a un sinfin de ciudades,
estrujando sus cielos y haciendo diluviar su asombro.

Desnudos los silencios cargados de palabras.
Lo opuesto al silencio.
La intemperie mas acogedora
es tu risa cuando se desnuda y me mira desde la horizontalidad de sus costas.
Y llega a oleajes y cubre la casa,
inunándola de frío y de sal,
que se mete en los cajones que encierran cicatrices de desnudos pasados.
Y deja a su paso el piso enmohecido y resbaloso,
la cara de alegría después del temporal.
La calma que anestesia por un rato, fingiendo ser otro más que también se desnuda.

Al pasar las horas regresa la nada y el sol,
que amenaza secar los días y llenarnos de arena espesa, que no deja respirar.
Convirtiéndose en ropajes indelebles que nos impiden ser desnudos.

Sólo hasta que nos volvamos otra vez niños o risas o lluvias o mar.

martes, julio 01, 2008

La mutación

Pensar es así, es romper con tu distracción despreocupada.

No te veo ni pensar cuando pienso que nos vamos, ni en el suelo de tu cuarto cuando decidimos irnos. Después de observar durante días la misma ventana y acariciarnos los pelos.

Deshilachándose lo no dicho, nunca será. Y está despensándose.

Noviembre

La cadena de grietas,
en la exacta luz de la tormenta.
Digo... que tu amor me dio en la boca del sexo,
que el primer trazador de ciudades era experto en anatomía.

Noviembre y quicio, en la forma de subir los cordones
y recuerdos durmiendo en el disco que los arrulla,
en la exacta luz de la tormenta.

A oscuras dimos tumbos en el cuarto del verbo,
pidiendo por el interruptor del ojo.
Un reloj, detenido entre altavoces y viveros,
tensa las cuerdas de un libro.

¿Cómo hizo Goya para tallar aquelarres en negro?

Los camiones de soda ya recorrieron 3 cuadras.
Y sentada en el colectivo, tras la barrera,
esta mañana no tuviste una sola letra.

Pampa de ideas,
delgadas como el minuto del mediodía.
Y esos frutos ocres y redondos
que se pudren en la espalda de los techos de chapa.

Las nubes son sombras que dirigen el viento,
así como yo crecí en la costilla izquierda de mi madre.

Y los gestos que amamos, descansan en lo oblicuo del cuerpo.

Hay un Goliat con jeta de David,
escondiendo el animal de la suerte en la voz.
En carbón de los huesos de fibra de vidrio.

Hay los que duermen para despertar,
en antenas que son la punta eléctrica del dedo indígena.

El tiempo es una mano que cierra sus dedos uno por uno.

Y despacio, aprendiste a distinguir al perro,
arrastrándose sobre su estómago.

Es el inquilino del piso de arriba.

Ladera de fin de año,
donde el viajar es un placer de puta arcilla.
En el vacío del jarrón crece la distancia.

miércoles, junio 18, 2008

Las venas vacías

Ya no puedo arreglarme, ya no hay más inmolaciones posibles.
Las agoté todas.


Cuando expelía la tos de mis despertares asperos
soñaba en dedos inmóviles,

en mi pasividad ante el desafío.

Es la espera que transcurre en las fronteras.


Me queda el retorno congelado, y el azufre que transpiro.
En el único suelo que me aguanta.

jueves, febrero 28, 2008

Adherente (la prevención hostil del que niega)

Si tan sólo fuese un hombre solo
sería todo más suelto y desierto.

Detrás del hambre, de a poco me extiendo.
Y contento al fin de la noche a través de una copa.

Como si pusiéramos tus reojos y los míos de pie,
en la melodía de todos los días
y en la parodia del amor.

Ahora que el cielo se secó y el barro se endurece,
la pequeña muerte estrena el colchón.

Y ríe estrépitos de humedad.

viernes, enero 04, 2008

Cada una de mis piedras

A quien miente, nieve invierte, el color de la sombra.
El sentido pésame por la huída, bajo el oro hirviendo, que no se detiene más que en algún bar frente a las plazas.

Dónde escondo cada una de mis piedras debajo del tobogán, pegado al sube y baja, detrás de la calesita.

Pesan hierro en la ciudad de palo, huyendo, y sudando. Bebiendo frente a las plazas.