lunes, septiembre 05, 2005

Historias de cerraduras, otras fugas y escapes (Parte II)

A la vez que la melancolía, las mentiras dan entusiasmo. Y más que una prisión es un stand-by funcional.
Estrecha es la grieta o ni hay grieta.


Yo quiero estar bien... me importa nada cualquier cosa y eso también.
Bien se siente.
Reparo ahora en recuerdos de andar queriendo y no estar bien.
Me es prestada una herramienta, de la que no me apropio. Sólo la tomo en posesión.
Le daré algún uso, como este de ahora, que no estas viendo.
No pudiste sintonizar mis pensamientos. Será que te hunden otras preocupaciones.

Me apesta un tumor maligno que ha llegado a mi de varias maneras y por varios canales.
Eso que quiero descargar de mis bagayos.
Me contestaran mil cosas aunque no pregunte o preguntare miles diluviando.
¿Qué se puede hacer?
Me gustaba el pasto y los árboles.
Todavía un aroma a nardo, diferente.
Un clima llano de especificidad nula, se da a conocer en corroídos soles y ni que se tenga atención se puede correr a atraparlos.
Aparecen fugaces estrellas.
Mi comprensión de las cosas es absurda.
Para mis adentros planteo como un problema el hecho de apuntarles y, sin embargo, mantengo "estructuras" de mundo.

¡Que arrogancia y estupidez, esta!

Historias de cerraduras, otras fugas y escapes (Parte I)

Hacia tiempo, el sol cuidaba vegetales y animales, la noche llenaba los aires con excelentísima sinfonía.
Y ahora, noches y días y algunos otros no se sabe dónde andan.
Y algunos de recaídas y tensión, algunos de esos, indescifrables.
Solamente tensos y vibrando abajo.
Mansedad tensa, tropezaba, decía que era pez y daría un pie.
Dos hemisferios, miro una prenda.
Cuando acababa de decir que cualquier pez gordo iría.
Levante mi seso, dos cuartos de hora en medio de un montón de partes de auto.
A esto, cuando elevaba el cordón, la chapa, la enmienda, el agujero.

Un corte de luz. Un tenso apagador.