sábado, abril 29, 2006

Querer

Y es que algo se perdió por ahí.
Y repetición de faltantes.
Falta algo, ahí el gran común de las situaciones.
Y otras hay, plenísimas de todo, acudiendo.
Y si aparece la fatalidad, tal vez pueda resolverse.
Quizás algunas gentes no puedan dejar de hacerle propaganda a alguna canción, al menos hasta que aparezca el encendedor.

Habito bien plumífero.
Del stereo, mil dos, ubicas la manteca.
El orden prematuro es humeante,

se acaba en un portátil vehículo molecular,
en un Dios saltando, con calorías de menos.

Esto es una especie de pasto-rastro, con recortes semanales, para mantener el parquecito.
La camioneta no es de color verde y llevaba un bollito cerca de uno de los guardabarros.
Una pistola diputada, dice que la macilla vendría a dar solución y tal cosa. Lo que dice no lo dijo, ni dijo lo otro.
Se fascino otra persona por una cáscara de banana.
La vereda.

Al lugar donde había llegado: los sonidos.
Cuentan que los sonidos iban y venían, estaban y se encontraban.
Con lo cual se evitaran interrogantes que estímense tanto hasta creerse tales de cuestionar en forma-manera alguna.
Y los sonidos y los colores,
ahora los siento en la lengua, cual aromas.
Y más ahora una picazón, nada preocupante.
El piso y una frazada alcanzan para descanso.
El piso o flotar,
comento disparatadamente. Las ganas.

No quiero usar champúes para lavarme el pelo, no quiero lavarlo. Él sabe lavarse.
No quiero jabón ni un cepillo duro.
Agua y sumergirme.
Quisiera no poder respirar.
Respiro, por impulso de vida será, y de nuevo a la superficie en busca de aire.
No quiero aire y digo que tengo uno,
que llevo uno.
Un aire a mí y mío.
No quiero tenerlo, ni a ese ni al otro.
Ni respirar aire.

No quiero quererlo, ni "no quererlo".
Y no es por capricho que sucede.
Se trata de la pseudo-eterna cuestión de la quinta pata del gato.
Morirme ahora si ya lo estoy, si la quinta pata.
Si vivir en cuatro tiempos, cuatro caballos distintos.

Y la mirada mía, tampoco la quiero.
Anda ella con los caballos, y en ellos.
Y viene por mí, en cuatro caballos.
Los cuatro al galope. Cuatro sonidos.
Cuando no viene, se me da por querer que venga. Aún cuando no la quiero.
Un nervio previo, inminente.
Culpa, y ahora si es capricho.
Y quiero ser hoja, intención de viento y lluvia.

De hecho lo soy, y no es cosa que quiera.

miércoles, abril 19, 2006

Escenas de bipolaridades recostadas

Horizontal y oscuro,
dentro de mí y en mí hay formas fuera de control
y la eterna fritura de la no sintonización.

¿Cómo hacer para no seguir tiñendo el fondo de amarillo?

Todo aparece y deja su hollín en las esquinas.
Sincrético festín de lo que dejo encerrado y reprimo.

Niego todo lo que me viene del mar y parto con vos y con las ganas de dejar esta costa. Así es que nunca doblo los papeles por la mitad, aprehendí la irregularidad simétrica y sin métrica de mirar siempre a través de los vasos.

Otra vez oscuro y horizontal,
apilo remedios y respiro los sonidos de la madrugada.

La anarquía ontológica de intentar no ser para ya ser.

martes, abril 11, 2006

Otro nuevo reflejo de otro en mí... y vos

Golpear la puerta de mi casa...

Golpeadores. Esa hoja de ciprés, esa fuente seca y oxidada.
Ajeno a mí.

Golpeador. Ruinas que se mantienen intactas, agrietadas y sangrando su lluvia ácida.

Tu lunar es casi lunar.

Y mis letras aún continúan borrosas en esta mesa.
Alguien golpea... soy vos también.