jueves, noviembre 30, 2017

Una lectura (un párrafo)

Todas sus armas nos apuntan, mientras nuestros ridículos dardos no encuentran nada contra lo que disparar sino una histéresis, una rígida nada, un fantasma capaz de absorber cada chispa en un ectoplasma de información, una sociedad de la capitulación regida por la imagen de la pasma y el ojo absorbente de la pantalla televisiva.


martes, noviembre 14, 2017

Misterio amarillo jaspeante

El cielo es mucho más bajo acá,
dónde hay más verde que en tus casas
y las sonrisas, en el aire dulce,
son permanentes.

Bajo hartos gritos, escribo.
Acerca de este misterio amarillo jaspeante
que hoy me mantiene desvelado.
Y acerca de los kilómetros de pasto a mi alrededor.

Y no sé si tengan relación alguna estas esferas,
ni siquiera sé si quepan la una en la otra.
Aún empujando con la fuerza de tus pies.

De todos modos no es algo que me importe,

yo nunca me imaginé el mundo sin puertas ni amarillos.

jueves, octubre 19, 2017

Caricias

No hay ideas, hay pocas imágenes. Y ese silencio.
Se ve el monte detrás y mas allá un monte, más monte.
El bosque de mayor altura, salta. Se figura.
Hará bien a la distensión la llama.
Veo sobre la cara suya la mañana y formadas nubes son caricias.
No inquietando.
Así ella paso por aquí....

Extrañaba ciertos aromas de recordada sensación.
Un rosado entre figuras por sobre doradas copas de árboles y el mencionado aroma allí.
Podía sentirlo, verlo, escucharlo. Ahí estaba.
Me oye. Me mira. Aquí es donde estoy, ahí es donde me dirijo....

Solía estar con las personas en plena empatía. Carnavaleando paganamente, limpiándonos con caricias multidimensionales.

miércoles, abril 05, 2017

El ritmo de Agosto

Los parques descuidados me devuelven 
imágenes de transa camuflada; 
y fuegos de artificio, se sostienen, 
de un balcón de Godoy Cruz de madrugada. 

Donde llevo a fugaz acompañante 
mientras Dani está en observación. 
Donde hoy quiebro todo, más que antes, 
por no saber decir basta a la ocasión. 

Tras un silencio de farmacología, 
los demonios se me ponen descorteses 
y queman las razones en mis ojos. 

El cuarto se arrugó de tantas veces 
que descendí, al hall, por si venía 
ese que anda pesado y ojeroso.