lunes, julio 07, 2008

Seguir parado junto al incendio

El tiempo deforma sólo ignominias sin hambre.
Si caminas el vecindario con tu puñal en su cartuchera. Por si algo se digna a ser defendido.

Y en la noche, en las copas y en los icebergs que giran. Cómo giran sus cabezas.
Cejar en la apuesta se vuelve imposible.
Dormir sin callar, sin cerrarla ni invitarla.
Eso es cosa de ningún tiempo para tipos cómo vos, o para los asiduos compradores de lucidez.

Nadie más que quién no comprenda lo eterno,
podrá en este momento leer estas palabras y no sentirlas cómo si fueran el eco de una verdad.

Y mañana volverá a ser un Dios, y creerá que tiene todos los gramos del tiempo.

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