miércoles, noviembre 28, 2007

Sueño

Cuando crucé la puerta y me encontré en una cocina, sólo atiné en ir hacia la heladera y servirme un vaso de agua helada.

Una señora de edad avanzada y brillante cabello plateado limpiaba las hornallas en dónde, supuse con certeza, se había volcado leche al hervir (el olor era inconfundible).
Sobre la mesa, un diario de un Lunes, desplegada. Unas bolsas de nylon llenas de almendra.

Ambos permanecimos un rato en silencio, inclusive un inmóvil gato parecía mantenerse flotando en el aire vacío. Hasta que ella sin mirarme, sin dejar de limpiar nunca y con voz opaca, de bronce gastado enverdeciéndose, dijo: -¡qué sueño!

Yo ya estaba cruzando de nuevo aquella puerta,
expectante de lo que vendría, masticando frutas secas.

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