jueves, noviembre 05, 2009

Guarida


De chico siempre me pregunté… ¿Qué habrá detrás de los muros? Y suponía infinidad de extrañas hipótesis acerca de la existencia de mundos paralelos al de mi cuarto. De la libertad de ella (la chica de 5to.) cuando nadie la veía, del solitario panadero que ponía la tele a todo volumen para ocultar otra clase de ruidos, de la maldad irrefrenable de ese tipo que no sabía bien a que se dedicaba pero le solían llamar “agente”. 
Siempre quise destruir los muros, ver, sentir a los demás, estar en completa empatía con ellos, y todos los que me olvidé. El rubio que dos por tres aparecía lastimado, la gorda de la bicicleta nueva, el viejito que hablaba sólo por la calle, la pareja antipática de odontólogos. 
Hoy no sé si conozco al mundo y a las personas, pero perdí la ingenuidad, también gané maldad, se me hace difícil vivir conmigo pero de lo que estoy seguro es de disfrutar tener y erigir todo el tiempo muros que me mantengan incólume.


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