A cada muerte, la persigue el repaso
incurioso del llanto.
¿Por qué no sonreímos a los muertos?
Estoy convencido de que ellos ríen
de dejar esta tribulación.
Hay en sus caritas pálidas una
estela imponente. Es la rueca de su sadismo.
Los muertos bailan y se cogen, los
muertos no se cuidan ni se esconden.
…
¿Qué no ves el mundo al revés?
Atrás del espejo, dejé mi cara y mi
máscara. Y mi nueva cara es rojo hemocereza.
Me arranqué a bocados la piel, y me
sentí excitado por primera vez (como la primera vez).
Mi cuerpo entonó una canción sorda
de placer eréctil y fue infinita.
Me envolví en sus sábanas, cagándome
en mi vergüenza de eunuco.
Dharma y reposo. Todo lo que fue
cuerpo se revolucionó en un confín de armonía placebo.
…
La muerte vive en su lujuria
primavera. Baila, nos coge, y no se cuida.
Mientras nosotros nos creemos el
cielo y la tierra, y el cielo y la tierra. Y un temblor nos recorre y recuerda
el trastorno de estar vivos.
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