Un pasillo de ciudadanos, unas ruedas bruscas... montados sobre ellas, los dos.
Una carta a destiempo de los días del sol.
Un remolino de pétalos que danzan y chocan contra los vidrios, todo encerrado en la misma cápsula, todo atrapado en el mismo sueño. Todo es las ganas mismas.
Quietud.
Dos de esos hermosos y malditos. Me perdí.
Y así me fui, me dejé tinta y papel.
Tres horas después, en el piso... todo es tan vívido como el nerviosismo arremolinado.
1 comentario:
hermosos escritos por cierto
vengo de aquí para allí y ya estoy un poco maredada
buenas noches!
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