Apuraba la noche a trotecitos. Deshacía
pensamientos que pensaban.
Bruta necesidad.
Y ahí fue cuando me invite a cohabitar con sus ojos, crucé los dedos por
primera vez. Y perdí en el camino a mi espalda, la dejé acostada sobre el
asfalto húmedo, juntando guijarros.
Ahora revuelvo en taquicárdicas sesiones mi mientras encapotado.
Y cuando doblé la esquina, meridiano inconexo.
La prisa pulverizándose.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario